La ansiedad es una emoción básica que experimentamos todos los seres humanos. La
mayoría de los miedos infantiles son transitorios, de intensidad leve y específicos de una
edad.
Algunos ejemplos son el miedo a la oscuridad, a los monstruos, la ansiedad por
separación, el miedo a caerse de la bicicleta o hacerse daño, a hacer amigos, etc., cada
uno de ellos se clasifica en una etapa evolutiva del niño.
Cuando algunos de estos miedos persisten en el tiempo o cuando la gravedad de la
ansiedad es elevada, se convierten en un problema de ansiedad que puede llegar hasta la
edad adulta, y logran causar un malestar clínicamente significativo al niño/a, llegando
incluso a interferir el funcionamiento cotidiano en las áreas familiar, escolar o social.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, cerca del 50% de las enfermedades
mentales durante la adultez tienen su origen en la adolescencia y alrededor de 20% de los
niños y adolescentes experimenta enfermedades mentales.
Presta atención a la conducta de tu hijo, escucha lo que el/ella te está diciendo y toma en
serio sus sentimientos.
El diagnóstico temprano es crucial para prevenir cualquier impacto negativo en el
desarrollo del niño/a.